11 febrero 2006

Se me ha rebelado el post (o así lo aprendí yo)

El post de ayer se me queja esta mañana. Quizá lo tomé por bastardo, porque no lo pude escribir más despacio. Y se me queja. No tendría porque preferir el sesudo y cincelado textazo. Pero así me lo enseñaron a mí, como a la oriental en Noche Hache (canal Cuatro TV, que también tiene tiene su Quatrosfera).

El pobre post no quiere ser tenido en menos por apurado y apenas enlazadito; casi sin vida entre tantos links. Me dice, y con razón, que no es post todo el que reluce. Que para brillos ya teníamos el papiro lujosamente entintado o la modesta apisonadora de tipos, que llenó de hojas impresas este planeta.

No me quiere ser artículo, que le viene grande.
Tampoco le vale quedarse en entrada, input; por dios qué manía.
Al post le va ser nota. Con humildes notitas digitales podemos empezar historias. Inacabadas siempre. Excéntricas y ramificadas.
Mis post no quieren repetir la Historia, ni aunque nos saltemos las guerras.
Son posts del Neo Paleolítico entre cazadores-recolectores que surfean la Red y nómadas de la información que acampan a ratitos.

No me parece mal su exabrupto. Si nos pasamos de netiqueta, se le va el pálpito a la idea, al descubrimiento.
Es verdad. Más vale un post inexperto o impreciso, detrás de un proyecto, de una esperanza. Aunque vaya a gatas.
Ese fue el pacto del autor con su bitácora y no está bien coger tics sin el consentimiento de sus anotaciones.
Al post lo que es del post, que no lo amamantamos con perfección ni eficacia.
Así me lo aprendí yo... de la mano de mis posts.

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